La ausencia de fronteras en el campo de percepción interior es una característica de la Observación Interior. Se parece a observar el firmamento desde la playa y notar cómo el mar a la distancia se confunde con el cielo azul. La condición de espacio es completamente ilimitada, dando pie a una sensación de inmensidad total en el mundo interior.
La única frontera que puede experimentarse en este estado es de tipo cognitivo. Esto es, que claramente aún logra diferenciarse “alguien” que conoce respecto a la vacuidad “conocida”. Es decir, la dualidad objeto-sujeto todavía se expresa de manera definida.
Situados en Observación Interior, gracias a habernos deslizado entre pensamientos, luego de que uno ha muerto y el siguiente aún no nace, la vacuidad que se establece solo permite catalogar la diferencia entre objeto y sujeto. Sin embargo, jamás se detectan las fronteras que envuelven a cada uno de los protagonistas, sino que tan solo se advierte diferencia entre ellos.
Nota cómo al irte a dormir y por momentos detectar un insondable vacío, que dicha experiencia interior no suele tener discontinuidades en su sustancia, es decir, es homogénea o tiende a ello, y que somos conscientes de nosotros mismos. Esto es, existe todavía la dualidad sujeto-objeto claramente establecida.