Atención y Conciencia se parecen tanto como la a y la A. Obedecen ambas al mismo fonema, pero solemos usar la A en mayúscula al comienzo de una frase o después de un punto para distinguir el inicio de una nueva idea. Cuando asociamos el saber al impulso de la voluntad usamos el término de «atención», mientras que cuando el saber se expresa como una actividad genérica, entonces usamos el término «conciencia».
El concepto de atención se usa frecuentemente cuando se mezcla con la voluntad. Voluntad es sinónimo de meta, razón por la cual se asocia a un interés peculiar o a un deseo personal. Basta introducir un deseo o una intención cualquiera en la cognición, para inducir la voluntad y convertir la fuerza de la conciencia en un proceso «atencional» completamente direccionado a la búsqueda del fin deseado.
Debido a que es imposible entender y conocerlo todo, asumimos que el direccionamiento de la conciencia debe atender fracciones. Para que acontezca este direccionamiento basta un impulso volitivo de la mente. Entonces hablamos coloquialmente de focalizar la atención mediante el acto de la concentración.