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Aspectos prácticos de la meditación

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La meta final de la práctica meditativa es lograr una correcta cognición de la realidad donde quien conoce es no-diferente de lo conocido.

El mundo externo se percibe a través de los sentidos; el mundo interno por el contrario, se experimenta cuando los sentidos físicos se desconectan.

La meditación puede ser practicada tanto dentro como fuera (sin la intermediación sensoria o con los sentidos).

El samadhi es, básicamente, la suma expresión del más alto estado de cognición que se alcanza en la meditación.

Cuando la atención es capaz de operar exclusivamente sobre los contenidos mentales (memoria), el mundo interior se torna cada vez más claro y continuo, mientras que el mundo exterior desaparece rápidamente.

Lo que permite tomar distancia al observador de los pensamientos no es un pensamiento de distancia, un pensamiento de existir o cualquier otro pensamiento, no. Es la certeza de saber que se está atento, presente.

Basta cualquier momentánea certeza, cualquier fulgurante comprensión, por momentánea que sea, para que el pensamiento que transcurre en ese instante se corte de inmediato.

Si el perceptor se diluye en la memoria, esto es, si atiende a los pensamientos y se sumerge en ellos, se perderá en evocaciones sin fin, en constructos mentales variados sin orden alguno que son la esencia del estado de pensamiento.

El perceptor del estado de observación es un ente que se sabe existente pero que no requiere definirse a sí mismo mentalmente.

El perceptor es la condición autoevidente de la conciencia individual, una autoevidencia que se torna consistente cuando nos hallamos en estado de observación.

Posar la atención sobre quién atiende crea un nuevo vislumbre de realidad que da nacimiento a un perceptor que conoce y, simultáneamente, se conoce a sí mismo conociéndose.