Es la actividad mental que presume sentido de identificación con la percepción. Occidente la llamaría “sentido de yo” o “egoencia”. La totalidad de acciones que aparecen en nuestro lenguaje hacen parte de un tipo de conjugación a la que denominamos “tiempo infinitivo”. Con el fin de determinar quién realiza la acción que la inflexión verbal determina, la gramática castellana ha establecido los pronombres personales: yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos. Al declinar los verbos se busca relacionar la acción con un ejecutor, entonces suele decirse, por ejemplo, “nosotros caminamos”, queriendo determinar que la acción la hace un conjunto de personas en la cual me incluyo.
Ahamkara es algo parecido a la declinación verbal, pues etiqueta la acción proveyéndola de sentido de pertenencia singular o plural, por ejemplo, “quiero” o “queremos”. En ambos casos ahamkara genera que la materia mental no solamente asuma un nombre y una forma, sino que también dicho nombre y forma tengan un propietario, se relacionen con un agente activo.
Ahamkara es una actividad mental que produce sentido de diferenciación y, por extensión, dualidad en la cognición. El universo se experimenta, gracias a la presencia del ahamkara en la percepción, como un continuo de objetos diferenciados que al entremezclarse conforman la creación.
Todas las tradiciones serias que forjan disciplinas interiores buscan deshacer la actividad ahamkara del antakarana, de la mente.